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sábado, 20 de agosto de 2011

RECORDANDO A UN VIEJO COLOMBAIRE


Hace unos días, mientras mi esposo y yo estábamos limpiando el palomar, me paré a observar a uno de los jóvenes de Buchón Valenciano que criamos y no se muy bien por qué recorde a mi yayo José Mª. (el mangarro) el cual, como ya mencioné en mi presentación en este blog, era colombaire o palomero como le llamarian algunos.Pensé en el y vino a mi mente un recuerdo de mi niñez, de hace 41 años atrás.
Mi abuelo José Mª junto con Alfonso (Cordoba) y Javier de palomeo en la primavera de 1982.

Una tarde de finales de Mayo o principios de Junio (se que era primavera) mi yaya Carmen y yo subimos a la terraza para darle a mi yayo un baso de leche con malta (el café era un lujo que su economia no les permitia comprar) y al abrir la puerta para acceder a la terraza nos dijo que esperásemos un momento. Así lo hicimos y pasados unos minutos (digo yo) llegamos hasta él y mi yaya le dió su merienda y, mientras se la tomaba, pude ver que estaba absorto contemplando la faena que estaba realizando un palomo de su propiedad para encerrarse a otro no se de quién. Mi yaya no paraba de hablarle a mi yayo es este solo le respondia con un si o un no, sin dejar en ningún momento de mirar a los animales. Mi yaya se dió cuenta de que no le estaba prestando atención, por lo que se fué de la terraza murmurando que solo le interesaban los palomos. Yo me quedé con el y me puse a mirar a esos dos palomos y esa tarde recibí mi primera clase magistrar de "trabajo para encerrar pieza". A cada pregunta que yo le hacia a mi yayo (tengo que puntualizar que siempre he sido muy preguntona, no sé si por vicio o por ansias de saber) sobre lo que estaba haciendo su palomo el, al contrario que a mi yaya a la que unos minutos antes solo le respondió con monosílabas, me fué esplicando paso a paso lo que su palomo estaba haciendo. Aprendí que hacia marcadas hacia la cachapera; que regresaba al lugar donde estaba el otro palomo; que hacia viajes o salidas para arrancarlo; que trasteaba al suelo, al techo de su cachapera; que arrullaba tando fuera como dentro de la misma; que volvia a salir y volvia a marcarle y así con mucho trabajo y perseverancia conseguir su cometido que no era otro que encerrar a aquel palomo sin acosarlo. !Y LO CONSIGUIÓ, VAYA SI LO CONSIGIÓ¡.
                      Palomar de la época de la zona levantina

Y aquel palomo, creo que de color ahumado (mi memoria no llega tan lejos) encerró su pieza, liberó una gran sonrisa en el rostro de mi yayo y sembró en mi el respeto y la afición a los palomos de trabajo, a nuestro BUCHÓN VALENCIANO.
                   Pareja de jóvenes buchones en el revoladero

CARMEN ALCODORI MARTINEZ.